
-¿Salió de la política para no volver?
-Nunca digas nunca jamás, pero ahora me parece imposible volver.
-¿Por qué se metió, entonces?
-Soy política por naturaleza, un animal de la ciudad. Me sigue gustando la política entendida como trabajo para y por la ciudadanía. Se pueden seguir haciendo cosas desde otros ámbitos como asociaciones vecinales..., o simplemente a nivel individual. Lo importante es no dejar de hacerlas, no volverte indiferente.
-¿No se portaron bien con usted en su partido?
-Yo estaba incluida en la lista de un partido pero como independiente. Insisto mucho en esto, sobre todo para quienes entendían que con mi forma de pensar formase parte de un partido de derechas. Quise formar parte de un grupo de personas. Creía que en un ámbito tan pequeño, local, las personas estarían muy por encima de los clichés ideológicos, de los clientelismos y seguidismos partidistas. No es así. Con el partido no he tenido problemas, tampoco relación alguna.
-Pero usted es una chica de derechas ¿no?
-Si confiamos en la separación radical de las derechas y las izquierdas, en absoluto lo soy. Aspiro a no perder nunca la curiosidad, el criterio propio. Con el paso del tiempo voy aprendiendo a no juzgar, ya no creo en los absolutismos. La mayoría de las cosas no son ni tan blancas ni tan negras. Están llenas de matices. Los partidos políticos han convertido sus ideas -¿Ideas? Ojalá- en auténticas sectas, en cuestiones de fe.
-Entonces, se equivocó de partido...
-Me equivoqué. Hay quien me ha dicho que fui ingenua queriendo aportar, cambiar las cosas. Es probable. Normalmente estos comentarios me los hacen personas que no se mojan, que no hacen nada, que no dieron ese paso adelante que marca el compromiso. Ahora, después de esta experiencia, me resulta aún más necesario luchar por lo que creo. Me equivoqué de medio, de escenario, y he de reconocer que soy mala actriz. No me gusta maquillarme.
-¿No cree que la política sea el arte de lo posible?
-No es ningún arte. La justicia tampoco debería serlo. Más bien me ha parecido que es un espectáculo grotesco de ilusionismo.
-¿Alguna otra cosa le ha defraudado tanto como la política?
-Sí, los políticos pequeños. De los grandes, en general no se espera mucho, que no la fastidien aún más.
-¿Es feminista?
-Si ser feminista es creer, proclamar y luchar por la igualdad de los derechos de las mujeres, sí. Ser feminista, es un acto de conciencia, de libertad, de justicia social. Hay quien constriñe el feminismo al feminismo radical, que niega la masculinidad y la feminidad, contrario a la prostitución, la pornografía, la transexualidad. Yo no creo en ese feminismo.
-¿Cree que las feministas entienden que una responsable política se desnude para una revista?
-El verdadero logro del feminismo ha sido visualizar a las mujeres como seres humanos y posicionarlas en una sociedad que las había alienado. Un acto de libertad como es el de tomar la decisión de posar desnuda no debería ir en contra de ningún otro acto de libertad. Hay demasiados lugares en el mundo en el que las mujeres ni siquiera son consideradas personas. Y no estoy hablando de que tengan salarios más bajos y menores posibilidades de acceso al trabajo, de que sigan sufriendo malos tratos. Eso no es nada para quien ni siquiera es considerado persona. Hay demasiadas conciencias mutiladas en el mundo, sean de mujeres u hombres, como para darle más importancia de la que tiene a un desnudo. Aunque en las fotos iba desnuda o con poca ropa, en la política he sentido que llevaba un burka todo el tiempo.
-¿Volvería a desnudarse para un fotógrafo por dinero?
-La fotografía es el arte del siglo XXI. Es pintar con luces. Quién viera en mi desnudo una cuestión mercantilista tiene la mirada viciada. Sí, volvería a desnudarme. Es un acto de libertad personal. Más allá de eso sólo hay una cuestión estética.
-¿En Lepe se hicieron chistes con su desnudo?
-Con las primeras fotos de la revista «Lepe Urbana» me sacaron alguna copla de carnaval.
-¿Le sorprendió que su posado en la revista local tuviera tanto eco?
-Sí, me sorprendió, y me sigue sorprendiendo cómo siguen ocupándonos determinados temas el espacio destinado al asombro y la sensibilidad.
-¿Hay pocas playas nudistas?
-Sí, hay pocas, y casi siempre demasiado inaccesibles. Supongo que la intención es escondernos.
-¿Qué le parecieron las manifestaciones de mujeres de Lepe contra las inmigrantes rusas, a las que consideraban responsables de tantas rupturas matrimoniales?
-Grotescas, humillantes. En cualquier caso los responsables eran los maridos. Esas sí que eran unas manifestaciones machistas. Algunas de éstas mujeres, como ocurre con las de otros muchos países, por ejemplo caribeños, quizás vean en su venida a España no sólo una oportunidad de trabajo, sino de vida y derechos, y es probable que en algún caso el matrimonio haya sido una puerta de salida. Lo que me hubiera gustado es que tanto hombres como mujeres hubieran denunciado la situación extrema de muchos inmigrantes.
-Como ingeniera agrónoma, ¿qué le parece que la prosperidad de Lepe se deba al campo?
-La agricultura en el mercado europeo va más allá de la mera producción. En Huelva, la agricultura productiva es una de las más avanzadas del mundo. También en contaminar, claro. No obstante, Huelva tiene una asignatura pendiente que es la de la comercialización y distribución propias, aparte de la diversificación de su oferta.
-¿Cree, con Aznar, que las actuaciones del Gobierno desfavorecen al vino?
-Creo que la Ley del Vino precisa mayor consenso. El vino está considerado un alimento. Su consumo, en su justa medida, como ocurre con otros alimentos, es beneficioso. Su abuso, no. La lucha contra lo que podíamos llamar la «incultura» del alcohol, en la que los productores de vino también deben estar implicados, pasa por el respeto y el fomento de la «cultura» del vino.
Fuente: Abc.es
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